Bueno, bueno, bueno, no pensaríais que no iba a volver por estos lares, ¿no?. He tardado, sí, pero aquí estoy de nuevo. La incorporación tras el periodo vacacional de Navidades me ha costado mucho, pero mucho, y es que acabé y empecé el año tan estresada, que lo que menos me apetecía era trabajar, jijijijijiji. Me encargaron dos tartas para el mismo día, el dos de enero, ¡que locura!, no me lo podía creer, era el día que me iba para Granada, a pasar unos días con la family, por lo tanto, tenía que dejarlas listas el día 1, pero eso no era lo peor, sino que además, seguía trabajando, tenía que preparar las maletas y dejar todo lo de reyes comprado y envuelto, porque volvíamos el mismo día de las cabalgatas.
Resumiendo, un auténtico caos. Pero pude con todo y aquí estoy, no morí en el intento. Yo creo que si en esos días no me desheredaron, ya no lo harán en la vida. Vamos a empezar a hablar de la tarta que ya es hora, que me lío a charlar y no hay quien me pare. Como habéis podido leer, el destinatario era Javier, el nieto pequeño de mi tía Isabel, ella fue la que me encargó la tarta, sólo me dijo que fuera de coches y esto fue lo elegido por mi, espero que os guste.
Lo de los cuadraditos blancos y negros fue algo paranormal, cuadraron perfectamente, pero claro, teniendo en cuenta que soy hija de constructor, lo del alicatado se me tiene que dar bien, ¿no?. Me dieron mucho trabajo las dos tartas, porque con la humedad el fondant no secaba.
Por supuesto, la tarta no la probe, que el don de la ubicuidad aún no lo tengo, pero por lo que cuentan, estaba bastante buena. Aún no entiendo por qué el fotógrafo no le echó fotos al maletero del pobre rayo, jiji.
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