¡Ay!, que bonito es el amor, jijijiji. No os podéis imaginar las ganas que tengo que acabe este "mes del amor", y es que estoy ya un poco cansada de tartas con corazones.
Esta tarta me la pidió mi hermana para regalársela a su novio por el día de los enamorados. Después de varias semanas divagando sobre lo que quería, este fue el modelo que eligió. Os preguntaréis a qué viene lo de la rana, pues bien, si besas a una rana...¿en que se convierte?...pues en Paco, jijijijijiji, él es su "príncipe azul".
El bizcocho era "red velvet", aunque yo prefiero traducirlo al español, "terciopelo rojo". El almíbar era mezcla de coñac y canela. El relleno, intercalaba capas de crema de queso y capas de nutella casera. Quienes la probaron, que yo no puedo, porque sigo a régimen, me otorgaron un 10, según mi madre (hay que tener en cuenta que siendo mi mamá, no será muy objetiva) era la tarta más rica que había probado en su vida, me parece un poco exagerado, pero sí que es verdad que dicen que estaba para morirse y resucitar, para seguir comiendo.
Por cierto, en esta tarta es en la que os iba a contar lo de los corazones de la tarta de los gatitos de mi amiga Carmen. Esta que me encargó mi hermana era pequeñita, y entonces me sobro masa, así que como me había comprado los nuevos moldes de magdalenas en forma de corazón, había que estrenarlos.
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